Origen de la violencia intrafamiliar

A las personas violentas les faltó atención y afecto en su niñez. Aprendieron a relacionarse fundamentalmente a través de gritos, empujones, humillaciones y amenazas, comportamientos que a su vez, al crecer y formar sus propias familias, reproducen con sus hijos y con su pareja. A quienes ejercen violencia les resulta sumamente difícil expresar su cariño a los demás, no es que no sientan afecto, pero no saben cómo demostrarlo.
 
     Debido a su inseguridad, cuando este tipo de personas se enfrenta a problemas económicos o personales que no pueden resolver, desquitan toda su frustración contra su familia. No buscan “quien se las hizo, sino a quien se las pague”.
 
      La persona violenta no necesariamente es mala, es más bien una persona tremendamente insegura que trata de aliviar sus miedos ejerciendo su poder sobre los miembros más débiles y vulnerables de su familia. Además, con frecuencia, las personas violentas no tienen conciencia de su comportamiento ni de sus repercusiones negativas y viven la violencia como un comportamiento natural y legítimo. 
 
Por otra parte, la violencia tiende a exacerbarse cuando ocurren cambios significativos al interior del seno familiar o situaciones que afectan el precario equilibrio de las familias con problemas de violencia.